Carta a Martina

CARTA A MARTINA

Martina, escribo esta carta con la finalidad de que algún día la leas y puedas entender parte de tu historia desde otro punto de vista, desde el punto de vista de mamá.

Hace un año enfermaste. El día 6 de octubre de 2019 se quedará grabado en mi memoria para siempre. Fue un domingo bonito, estabas feliz, jugando todo el día con papá.  Salimos a pasear al parque de enfrente por la tarde, y a pesar de que tenías 13 meses recién cumplidos corrías sin parar, siempre has sido una bebe muy inquieta, curiosa y alegre, sobre todo alegre. En el parque vimos un pequeño círculo morado en tu bracito izquierdo, a la altura de la muñeca, pero no le dimos importancia, pensamos que sería de algún golpe. Nunca estás quieta y claro, de vez en cuando te caes. Seguimos con nuestra rutina y a la hora de siempre te fuiste a dormir. Pero a las 11 de la noche nos alertaste de que algo no iba bien y empezaste a llorar muy fuerte. El círculo morado estaba creciendo y ya se extendía por la mano. Ahí, justo en ese momento, cambió nuestra vida para siempre, ahí empezó a pararse el mundo y nosotros a caer por un precipicio que parecía interminable. Recuerdo ir al hospital pensando que no sería nada grave y que se solucionaría con una crema o con algún jarabe. pensándolo desde la distancia que da el tiempo sé que solo trataba de calmarme y tranquilizar de paso a tu padre. Cuantas veces he pensado en la ignorancia (también inocencia) de ese momento, nunca hubiese imaginado todo lo que vino después.

Como ya sabes, tuviste una PURPURA FULMINANTE que te ha dejado algunas cicatrices en las piernas y la pérdida de tu manita izquierda. Fue demoledor. Nadie puede imaginarse ni por un segundo el profundo dolor que una noticia así causa en unos padres. Y no digo el dolor que causa en la propia persona porque tú aún no puedes entender la magnitud del cambio. Estábamos devastados. Tres semanas en la UCI y un mes en planta. Varias operaciones y curas de las heridas en las piernas. Mucho sufrimiento, para ti la primera, y también para nosotros. Los médicos a día de hoy no saben porque sucedió, aparentemente eras una niña sana antes de que esto pasase y lo eres de nuevo ahora que ya todo ha pasado.

La incertidumbre, el miedo, el dolor y la desolación me invadieron cuando estábamos en el hospital. No sabía qué hacer, no sabía cómo había salido del sueño que había sido mi primer año de maternidad, ese año estuvo lleno de felicidad, la más pura que he experimentado jamás. Eras una beba preciosa y contigo mi sueño se había hecho realidad. Era la mamá más feliz del mundo. Sin embargo, en aquel momento estabas sufriendo y gravemente enferma. Yo no sabía cómo ayudarte y cómo afrontar el futuro que se presentaba tan negro. El tiempo en el hospital fue muy duro, pero también pasaron cosas mágicas, y todas gracias a ti. En la UCI me mirabas y me hablabas con los ojos, sentí contigo la conexión más fuerte que una madre y una hija pueden tener. Nos entendíamos con la mirada, que por ambas partes estaba llena de amor.

Ya en planta, tú me diste el beso de mi vida, sí, el beso más bonito que jamás me han dado. Era de noche, despertaste llorando y cuando me acerque a ver que te pasaba me besaste. Un beso tranquilo, dulce, largo y amoroso. Después giraste la cabeza y volviste a dormir. Fue un momento precioso. La mayor parte del tiempo te reías y siempre estabas dispuesta a jugar. Te apoyabas en los barrotes de la cuna para ver y saludar a todo aquel que pasaba por el pasillo. La enfermedad se llevó tu mano pero no tu alegría. Eres de verdad, una heroína.

Fue también en el hospital donde encontré la familia a la que ahora pertenecemos, la familia de AFANIP. Buscando información una noche encontré su página web, no podía creerme lo que estaba leyendo: Asociación de Familias de Niños con Prótesis. Salí de la página y volví a entrar, para estar completamente segura de lo que había encontrado. ¡Qué ráfaga de consuelo!.

Había otras familias en la misma situación que la nuestra, que posiblemente habrían sufrido un disgusto similar, unos miedos parecidos y un futuro lleno de incertidumbres similares a las que nosotros teníamos en aquel momento. Sus fotos y videos fueron una fuente de inspiración y esperanza. Cuando ya en casa nos asociamos y hablé con Esther, su presidenta, el futuro parecía algo menos sombrío. En el primer contacto no pudo contestar a mi mensaje inmediatamente, pero su respuesta fue sanadora: “no te preocupes, te vamos a ayudar”.

Nunca tan pocas palabras estuvieron tan cargadas de significado. Desde ese mismo instante me sentí parte de esta nueva familia que tenemos. Los mensajes en el grupo de bebés y en el grupo general de padres han sido indispensables para mí en este complicado año. Ahora tengo nuevas amigas que, en algunos casos a pesar de no conocernos personalmente, ya parecen amigas de toda la vida. Con ellas he hablado de temas de los que no me atrevía a hablar con nadie más. Hemos tenido conversaciones en las que yo hablaba con franqueza, con miedo, y que siempre terminaban con optimismo y esperanza. Estoy profundamente agradecida por su ayuda a todas estas mamas que, a pesar de mis preguntas, por momentos inapropiadas e insistentes, siempre contestaban con sinceridad, cariño y compasión (¡que no pena!). Gracias a todas.

Martina, fue el peor año de mi vida. No tengo mejores palabras que lo describan. He sufrido mucho y ahora que ha pasado el tiempo es como si despertase de una pesadilla. Muchos días, durante muchos meses no tenía fuerzas ni para hablar. Me costaba levantarme por la mañana y no dormía de noche. Te veía y lloraba. No te veía y lloraba. He llorado muchísimo. Tú también llorarás, de otra forma, pero lo harás y es muy comprensible que así sea. Habrá situaciones difíciles, que te harán sufrir. Pero quiero decirte una cosa, sé que siempre saldrás adelante con una sonrisa, porque ya lo has hecho en el peor de los casos. Has afrontado este año con valentía, con fuerza, con ganas de vivir y con mucha alegría.

Has superado las malas expectativas que algunos médicos tenían y nos has demostrado a todos que no hay limitaciones para ti. Subes por el tobogán, escalas por los columpios, vas en patinete y más cosas que harás cuando tengas tu nueva prótesis mioeléctrica con movilidad. Un día me preguntaron si veía alguna limitación, si veía algo que a tu edad se suponía que debías hacer y no hacías. No pude más que contestar que NO. Por todo esto, por ser como tú eres, yo he recuperado mis fuerzas, he vuelto a trabajar, a pasear y sobre todo he vuelto a sonreír. La vida nos dio un golpe, un golpe duro, túrecibiste el golpe y yo el trauma, tú te has recuperado y ademásme has ayudado amí asobrellevarlo. Qué suerte tenerte cerca, Martina.

Aun me queda mucho camino por andar y por luchar y quiero andarlo contigo. Yo te ayudaré a ti en tu vida, en tu camino personal, y seré parte del hogar al que regresar cuando lo necesites. Lucharé para darte las mejores prótesis y herramientas posibles. Pero tú serás una persona independiente y tendrás que afrontar las futuras penas y alegrías que la vida te traiga, como cualquier otra persona, y aceptar que hay cosas en la vida que no se pueden cambiar.

Y tú, Martina, me seguirás ayudando a mí, tal y como ya lo has hecho este año. He cruzado un desierto, el desierto del trauma que ha supuesto tu enfermedad, pero pasito a pasito he seguido andando con gran sufrimiento para llegar al oasis en el que ahora estoy.

Hija, ahora mismo no puedo decir que soy tan feliz como lo era antes de que enfermeras, pero sé y estoy convencida de que lo seré, de que lo seremos juntas con papa y toda nuestra maravillosa familia. Eres una niña especial Martina, y yo soy una mamá especial, porque somos un poco diferentes a los demás, pero estamos juntas en esto, e incluyo aquí también a tu padre, y yo estoy profundamente orgullosa y agradecida de ser tu mamá. La vida a veces se convierte en una pesadilla negra, donde no hay esperanza y todo se cubre de tristeza y desolación, pero el tiempo nos brinda la oportunidad de cambiar la perspectiva.

Ahora miro a todo lo que puedes hacer, todo lo que haremos juntas y el valor de cada minuto que paso contigo. La vida es breve y yo quiero aprovecharla. Y es en esos momentos cuando pienso que, tal y como tú cantas últimamente, “monita, monita, monita…la viva es monita”.

Si hija, la vida a tu lado es muy bonita.

Tequiero.

Mamá.

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