Se acercan ya los próximos Encuentros de todas las personas que componen AFANIP. Volverán a ser momentos de emoción, verse de nuevo, dar la bienvenida a los que se van incorporando, poner en común experiencias, trozos de vida, risas y lágrimas también.
En esta ocasión, como en la anterior en Suances (Cantabria), volveré a estar presente y aportar todo lo que pueda, como uno más de los asistentes y con las mismas ganas e ilusiones que todos/as los que nos vamos a encontrar en Madrid.
Apoyándome en un artículo de Elena Mayorga:
http://www.pedagogiablanca.com/elena-mayorga/, quiero haceros llegar algunas reflexiones de algunos aspectos que abordaré en mi parte de participación en las Jornadas del 1 al 3 de Mayo de 2015, en Madrid.
El mágico y, para muchos, demasiado breve, periodo del embarazo mantiene a las madres y los padres durante unos cuantos meses en un estado de felicidad y euforia casi permanentes. El bebé está ahí, ya no es un proyecto, pero no ha nacido aún y, exceptuando algunas molestias pasajeras, todos nos dedicamos a planear, elucubrar y vivir presos de mil y una ilusiones, de mil y un propósitos de futuro.
Nace el bebé y, algunas veces, un complejo parto nos confronta con una realidad más dura y dolorosa de la que habíamos concebido. Sentimos fatiga, descansamos a saltos, el bebé necesita muchos cuidados y además del vaivén hormonal y emocional, puede que otros aspectos de nuestro hijo/a nos mantengan durante unos meses… o años desconcertados/as y muy turbados/as.
Tanto para el padre, como para la madre, a pesar de la inmensa emoción que sienten junto a su bebé y de la indescriptible alegría que supone acompañar a un hijo en su crecimiento, la vida ya no se ve tan de color de rosa, en ocasiones, como en el embarazo. Comienzan los primeros conflictos en la crianza y llega el momento tanto para la madre, como para el padre, de asumir su nuevo papel en la vida. Somos adultos, nos hemos responsabilizado del bienestar de un ser humano, al que además adoramos, y debemos comenzar nuestro propio camino de transformación interior. La tarea no es sencilla y sufriremos más episodios de desencanto y desazón, pero si nos comprometemos con la vida, lograremos superar todos estos periodos conflictivos de la mejor forma para cada miembro de la familia.
A medida que el bebé crece, los conflictos aparecen. Tenemos crisis de lactancia, la llegada del “yo solo”, la época de los berrinches, el periodo de pegar, ir aprendiendo a manejarse con los diversos aspectos de la agenesia (no solo el hijo/a, sino también la madre y el padre), … y seguro que muchos ejemplos más que estáis recordando.
Estos periodos de conflictos, producen un desequilibrio en la estabilidad familiar que a veces deriva en riñas, peleas e incomprensión. Cuanto más mayores son nuestros hijos, más intensos pueden llegar a ser periodos de crisis, pues más autonomía tienen nuestros niños tanto de acción, como de pensamiento y de emoción.
Si estos desequilibrios no los hemos ido resolviendo de forma adecuada, al llegar la adolescencia estallará una crisis más intensa y un infranqueable muro de incomprensión se erigirá entre los bandos que se han ido formando en la familia a lo largo de los años (los padres contra los hijos, la madre y el hijo contra el padre, o al revés…).
Para no llegar a este punto, casi sin retorno, resulta de vital importancia afrontar cada conflicto en la crianza de nuestros hijos con información, y como un reto en nuestro proyecto de vida en común. Como adultos, nosotros tenemos la responsabilidad de acompañar a nuestros hijos en su crecimiento de una forma respetuosa. En este tipo de crianza basada en el apego, los puntos básicos de apoyo son además del respeto hacia el niño, su autorregulación, y sus periodos de desarrollo, el Amor, la comprensión, el diálogo y la paciencia.
Un niño feliz, autorregulado y respetado, a pesar de todos nuestros desvelos, también sufre momentos “conflictivos”, suelen producirse en los periodos de grandes cambios en la familia (nace un hermano, empieza el colegio, traslado de casa, fallecimiento de un familiar, etc.), o en las llamadas crisis de crecimiento, es decir, en las fases en las que en su cuerpo y su mente se están produciendo importantísimos hitos evolutivos que requieren de toda su energía y esfuerzo para superarlos.
Tenemos que comprender que las crisis de crecimiento corresponden a periodos (de diferente duración) en el que el cerebro de nuestros hijos está conectando sinapsis en un número y a una velocidad increíble. En sus vidas se ha producido, entre otros, un cambio importantísimo: comenzar a ser consciente del mundo que te rodea, gatear, andar, existo como “yo”, como entidad autónoma, puedo hacer las cosas por mí mismo, ya no soy un bebé, ya no soy un niño pequeño, etc. …, y su cerebro se transforma para adaptar el cuerpo y la mente de nuestro hijo a su nueva realidad.
Cuando lleguen estos periodos, para afrontarlos con eficacia, no debemos culpabilizarnos, aunque sí es importante que nos autocuestionemos ¿podemos cambiar algo en nuestro comportamiento que facilite la vida al resto de la familia? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a afrontar la crisis de la mejor forma posible para todos? ¿Qué tengo que cambiar en mi interior para sumir que mi hijo es más mayor?
Debemos analizar los cambios que se han producido en nuestras vidas interiores y exteriores y acompañar con mucha paciencia a nuestros hijos. Sé que son momentos muy difíciles en los que a veces no podemos más y llegamos al límite de agotamiento físico y mental. Pero todos podemos hacerlo. Debemos ser conscientes de que para nosotros estos días, semanas o incluso meses, también son momentos de crisis vitales en las que tenemos que superar nuestras propias carencias y curar nuestros egos heridos para no perjudicar a nuestros hijos. Todos los miembros de la familia entramos en una especie de desequilibrio, en una vorágine de crecimiento vital que debemos superar acompañándonos de forma respetuosa, hablando, pensando soluciones y sobretodo escuchándonos.
La crianza tiene momentos muy difíciles. Pero no nos dejemos llevar por el desánimo, busquemos apoyos en nuestras parejas, en nuestros amigos, en nuestra tribu y unámonos para superar esos baches o etapas que nos depara el destino. Cuidémonos y sigamos confiando en el Amor y el Apego, es lo mejor para nuestros hijos.
De todo esto, hablaremos y compartiremos todos juntos, en ocasiones, en otras por franja de edad de nuestros hijos/as, con sus especificidades y momentos de vida distintos.
De lo que estoy seguro, es de que estos Encuentros en Madrid serán un gran momento en el que todos y todas los componentes de Afanip, van a volver a sus hogares con las pilas cargadas, con muchas ideas positivas y, como decía Machado, con la sensación de que…”se hace camino al andar”.
Jose Morgado Nisa
Sociólogo, Formador especializado en Liderazgo y Desarrollo de Personas
Coach Profesional Certificado ICS (International Coaching School)
Socio Profesional de BCF (Basque Coaching Factory)
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