Mamá también llora

Hace unos días Afanip publicó en su faceboook un precioso artículo escrito por una madre, de nombre Lucia, de profesión pediatra (doctora de un niño de nuestra asociación), y que sin conocerla en persona y por los artículos que escribe en su blog, no me cabe la menor duda de que es una madre maravillosa, mejor profesional, y con una sensibilidad extraordinaria por su forma de hablar de los niños. Y porque está muy relacionado con lo escrito por Lucia, me gustaría compartir con vosotros esta historia.

Mamá También Llora

Ayer llevé a mis dos hijos y a unos amiguitos al cine. Cuando llegamos a casa, mi hijo mayor le dijo enfadado a su hermano que no le había gustado nada que él y sus amigos le llamasen “brazo de plástico”. ( Algo debió ocurrir mientras estuvieron jugando a la salida del cine ).

Su hermano le dijo: es que tú nos has chinchado, es que tú…, es que….”, a lo que mi hijo mayor le respondió: “ ¿tú todavía no te has dado cuenta de que a mí me hubiese gustado nacer con dos brazos?”.

Tal y como recordé de las charlas del coach, le dejé que se desahogase, que expresase en ese momento lo que estaba sintiendo y que sacase su rabia hacia su hermano.

¿Hubiese sido justo que hubiese cortado esa situación, que le hubiese dicho que hay casos peores, que no se quejase porque es un niño al que no le falta de nada, que ha nacido en una familia maravillosa y bla, bla ….?.

Pues no. Creo que no hubiese sido justo para él, porque era su momento, necesitaba sacarlo, gritar a los cuatro vientos que le hubiese gustado nacer “perfecto”, así que le abracé con todas mis fuerzas durante unos interminables segundos.

Al cabo de un rato y como si ya todo estuviese olvidado, les reunimos a los dos en el salón y le pedimos al pequeño que nos contase porqué él y sus amigos habían llamado “brazo de plástico” a su hermano. Obviamente no obtuvimos respuesta, pero si les dejamos claro a ambos que el respeto entre las personas tienen que existir por encima de todo y más siendo hermanos.

Esta situación también nos dio pie para preguntar a nuestro hijo como se había sentido cuando le habían llamado así, respondiendo que no le había gustado porque a mí me hubiese gustado tener dos manos” . Inmediatamente le respondí con lágrimas en los ojos: “ y a mi también hijo. A mí también me hubiese gustado que hubieses nacido con las dos manos pero no pudo ser, y lloré muchísimo cuando naciste, pero ahora estamos aquí, con esta situación, y te quiero con locura, y no te cambiaría por nada del mundo “. “ Y que sepas que tu hermano no va a ser más feliz que tú por tener dos brazos, porque la felicidad no está ni en las manos ni en los pies, está en tu cabeza y en el corazón”. “ Y vas a llegar a donde te propongas. Unas veces necesitarás tú ayuda, pero otras serás tú quien la ofrezcas”. “ Te quiero, te quiero, te quiero “. Y nos fundimos los tres en un maravilloso abrazo.

Nuestros hijos necesitan expresar sus emociones y sentirse comprendidos. Nosotros como padres tenemos la obligación moral de normalizar su situación, pero sin perder de vista que son a ellos los que les falta una extremidad, son ellos los que llevan una prótesis muy visible a la vista de todos, son ellos a los que les cuesta siempre un poquito más que al resto hacer algunas cosas y son ellos los que se están criando en una sociedad muy competitiva..

Por eso estoy totalmente de acuerdo con lo escrito por Lucia y con lo que enseña nuestro coach Jose Morgado. Tenemos que prepararles para que lleven su duelo de la mejor manera posible, prepararles para la vida que a cada uno nos ha tocado vivir. Prepararles en su inteligencia emocional porque ellos más que nadie la van a necesitar. Premiarles por cada obstáculo que salten, comprenderles y apoyarles cuando lo necesiten, de ahí mis lágrimas como madre y que no me dio la gana ocultar.

Llevaba tiempo necesitando demostrarle a mi hijo que le entiendo perfectamente, que si él tiene inseguridades o se siente distinto en muchos momentos, también yo. Que si en ocasiones se siente débil, también el resto nos sentimos así , porque en definitva, ninguno de nosotros somos tan diferentes a ellos.

Y decirle que le quiero, que le quiero con toda mi alma.

Anónimo

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