La inteligencia emocional no es accidental: Los padres y madres pueden estimularla en los hijos e hijas
Tanto expertos como padres y madres, coincidimos en que el aprendizaje social y emocional –la llamada “inteligencia emocional”- es la clave del éxito en muchos ámbitos de la vida. Y las familias pueden incidir en su desarrollo.
En una encuesta para Parent Toolkit de NBC, madres y padres estadounidenses enumeraron las habilidades sociales y de comunicación como la parte más importante del éxito futuro de un niño. The Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning dijo que enseñar habilidades como empatía y escucha activa y utilizar el trabajo en equipo para resolver problemas no sólo ayuda a los niños a desarrollar rasgos positivos, sino que previene conductas poco saludables y de alto riesgo.
Los niños en las escuelas donde se enseña inteligencia emocional obtienen puntajes 11 por ciento más altos en los exámenes académicos, según el centro de colaboración, un proyecto nacional para promocionar la idoneidad académica, social y emocional que está destinado a los estudiantes.
Los expertos dicen que la inteligencia emocional incluye la autoconciencia, la autosuficiencia, la conciencia social, las habilidades para relacionarse y la toma de decisiones responsable. Los padres y madres pueden abordar su desarrollo con gran determinación.
Cómo empezar
Si la capacidad para cuidar, para escuchar atentamente y para comunicar no se fomenta, puede quedar adormecida. Entender cómo comprender, cómo relacionarse y cómo interactuar con las personas es esencial para atravesar con éxito los años de la infancia y adolescencia.
Alimentar la inteligencia emocional es algo que empieza muy temprano. Cuando una mujer embarazada le canta a su bebé en el útero para que deje de patear o el papá cambia el pañal recién mojado del bebé, esa sensibilidad enseña al hijo que el padre/madre está ahí para subvenir a sus necesidades y pone en evidencia una empatía.
Los padres pueden ayudar inclusive a los niños pequeños a aprender a auto-dominarse y manejar las emociones ayudando a un niño a explorar mejores formas de expresar sentimientos negativos. “¡Basta!” no desarrolla la inteligencia emocional; preguntar “¿Cuál sería una mejor manera de expresar frustración?” sí.
Los niños necesitan un vocabulario emocional –la posibilidad de expresar sentimientos no sólo de estar “triste” o “enojado” sino matizados como “afligido” o “frustrado” o “ansioso”. “Sin darse cuenta, padres bienintencionados desvían la inteligencia emocional de los niños tratando de protegerlos de las conmociones emocionales normales en sus vidas”. “Creo que muchas veces los padres niegan a los niños la posibilidad de elaborar sus emociones y la solución normal de problemas –que está bien sentirse triste, está bien sentirse enojado… Los padres bienintencionados quieren que sus hijos nunca sientan los sufrimientos de la vida”… y esto es algo equivocado, ya que eso paraliza a los niños social y emocionalmente, llevándolos a tener dificultades con la compasión, la responsabilidad y el trabajo en equipo, entre otras cosas.
Si bien los primeros años son importantes para desarrollar la inteligencia emocional, los padres pueden favorecer el aprendizaje social y emocional a cualquier edad. El Instituto, por ejemplo, es socialmente difícil. Es de gran ayuda que los adultos demuestren que creen que un chico puede manejar y resolver los problemas vinculados a la amistad. Los padres que proponen demasiadas sugerencias o que le dicen a un chico qué hacer contribuyen a una falta de confianza y a veces los chicos no desarrollan habilidades.
Los chicos en Secundaria necesitan ejercitarse en la toma de decisiones responsable. Los adolescentes están creciendo en el territorio de las opciones de adultos, como cuestiones de seguridad de alto riesgo. Es importante que desarrollen un pensamiento consecuencial. “Necesitan mucha experiencia en hablar sobre causa y efecto”, “si haces esto, ¿cuál te parece que será el resultado? ¿Qué consecuencias tendrá para tus amigos, para ti mismo, para otros?”
Hacer buenas preguntas es fundamental si se quiere un hijo emocionalmente inteligente.
Pensar en las consecuencias para otros ayuda a los niños a desarrollar empatía, algo que surge reiteradamente al hablar de la inteligencia emocional. Los niños también desarrollan empatía a través de las oportunidades de servicio y siendo sensibles a quienes los rodean y cómo pueden mejorar sus vidas.
Como se ve, son muchos los frutos de la inteligencia emocional. Además de no acosar, un niño emocionalmente inteligente puede defender a alguien que está siendo acosado. Un niño debe ser compasivo para darse cuenta de que sus acciones lastiman a otro.
Si bien algunos niños son naturalmente compasivos, otros pueden ser ayudados a desarrollar ese rasgo. Es más difícil, no obstante, si los padres no han madurado emocionalmente. A veces necesitan ayuda para desarrollar su propia inteligencia emocional.
“La mayor parte de la investigación demuestra que los niños viven las vidas que viven sus padres o sea que para ayudar a los niños, es necesario ayudar a los padres y a las madres”.
¡¡El coaching te puede ayudar en ello!!